Antibióticos: ¿Para qué NO sirven?
Todos hemos tomado antibióticos alguna vez ¿a que sí? Cuando eras pequeño y tuviste amigdalitis, o cuando te dolió tanto aquella muela del juicio. Pero ¿estaba realmente justificado su uso en todas esas ocasiones? La respuesta es no. Vayamos por partes.
Los antibióticos son fármacos que actúan matando a las bacterias o inhibiendo su crecimiento. Es decir, sólo se deben emplear en aquellas ocasiones en las que tengamos una infección de etiología bacteriana. ¿Y cómo de frecuente es eso? Pues te sorprenderá saber, que menos de lo que piensas. Si bien es cierto que vivimos rodeados de bacterias, no todas son patógenas, y mucho menos no todas producen infecciones en los humanos sanos. Lo más probable es que cuando te duela la garganta, o los oídos, o tengas mocos, estés pasando por un proceso viral que no requerirá tratamiento antibiótico (y que además será autolimitado, es decir, se resolverá solo al cabo de tres días).
¿Qué NO son los antibióticos?
- No son analgésicos: los antibióticos no quitan el dolor.
- No son “por si acaso”: en los humanos sanos, no previenen de nada
- No son “milagrosos”: si tienes una infección vírica, o por hongos, no van a ayudarte en nada (te perjudicarán, además)
- No son tratamiento sintomático: es decir, no podemos tomarlas cuando queramos de forma alterna. Un tratamiento antibiótico ha de cumplimentarse siempre tal y como tu médico te lo indique.
Seguro que has oído hablar de las resistencias bacterianas a los antibióticos, ¿verdad? Es un problema que a lo mejor pienses que a ti, particularmente, no te afecta. Pero la realidad es que, debido al mal uso de antibióticos (tomarlos cuando no debemos y de manera incorrecta), estamos creando superbacterias frente a las que los médicos nos quedamos sin armas para defendernos.
¿Te preocupa este tema? En el próximo post te cuento la realidad a la que nos enfrentamos y como puedes ayudarnos para frenar el proceso.
Me parece un artículo muy claro. Realmente, tendemos a tomar antibióticos para todo. Yo creía que si tenía fiebre, tendría que tomar antibiótico. Pero también es verdad que cuando yo era pequeño, el médico me recetaba antibióticos para todo. Incluso decía “por si acaso”.