Fueron felices y comieron perdices
¿Qué pasó cuando se acabaron las perdices?
Quien más o quien menos ha crecido con los cuentos en los que los protagonistas terminaban juntos y “fueron felices y comieron perdices”. Así se fue conformando la idea de la pareja como amor romántico que culminaba con la boda de los protagonistas que, según esas historias, eran felices para siempre.
Estos relatos nos hacían soñar con vivir, algún día, un amor así. Las niñas esperaban ese príncipe azul apuesto, valiente y protector con el que comer perdices y los niños imaginaban a su princesa dulce y cariñosa, de sonrisa permanente y belleza sin igual.
Pero la realidad es que no existen los príncipes de colores ni las princesas perfectas y uno se encuentra con que los cuentos no explicaban qué ocurría cuando se acababan las perdices o cuando te encontrabas harto de comer tanta ave.
El enamoramiento es una etapa bastante parecida a un estado de enajenación mental. Se caracteriza por:
- Idealización de la persona: no se encuentran defectos y todas sus cualidades se magnifican.
- Necesidad de estar o hablar con esa persona con gran frecuencia
- Necesidad de agradar a la persona de la que nos hemos enamorado, llegando a convertirnos, incluso, en quienes no somos.
- Se pierde la noción del tiempo y del espacio. El resto del mundo desaparece llegando a descuidarse obligaciones y responsabilidades.
- No se perciben necesidades básicas como hambre, sueño, cansancio, frío...con tal de estar junto a esa persona o escuchando su voz
- Se manifiestan alteraciones gastrointestinales, de sueño, hormonales, sonrisa permanente, variación de peso...
- Pasión desmedida y necesidad de mantener contacto físico casi constante.
Afortunadamente para nuestro propio equilibrio emocional, laboral, familiar... es una etapa con fecha de caducidad. Dura entre varios meses y unos dos años. Pasada esa fase, comienza a percibirse la realidad y entonces uno tiende a mostrarse como es, ve a la pareja con sus puntos fuertes y débiles, se atienden al resto de responsabilidades y en ese momento, es cuando podemos amar de verdad porque es cuando vemos a la persona tal como es y no como queremos verla.
Según Sternberg, el amor tiene tres componentes:
- Intimidad: vínculo afectivo, complicidad, cercanía emocional
- Compromiso: voluntad o determinación de seguir juntos
- Pasión: deseo, atracción física y sexual, erotismo
Cuando se dan estas tres componentes, estaríamos ante el amor consumado. Pero no en todas las parejas encontramos estos tres pilares. Pueden mantenerse dos de ellos o incluso sólo uno. Ni tan siquiera dentro de la misma relación, la proporción se mantiene. Las relaciones de pareja, igual que las personas, evolucionan. De hecho, si no existiese esa evolución, la pareja estaría condenada al fracaso. Obviamente se deben hacer ajustes en función del transcurso vital (hijos, relaciones con amigos o familiares, trabajo, salud, economía...).
¿Qué ocurre tras el enamoramiento?
Nuestras expectativas e idea del amor o de pareja juegan un papel importantísimo al acabar la fase del enamoramiento. De hecho, muchas parejas asocian el final de esos síntomas con el final del amor porque identifican amor y enamoramiento. Cuando desaparecen las mariposas del estómago se plantean que ya no quieren a su pareja. Si rompen la relación en ese punto, no sólo no se habrán dado la oportunidad de conocer a esa persona de verdad, sino que muy probablemente no llegarán a establecer una relación de pareja estable porque siempre romperán cuando acabe el enamoramiento.
En realidad, una pareja es un equipo. Ambos comparten valores, intereses y expectativas y el objetivo es ser feliz y hacer feliz al otro. Cuando la otra persona cumple con nuestras expectativas, cubre nuestras necesidades (cada quien tendrá las suyas) y nos complementa sin controlarnos o anularnos, sentimos que es nuestra pareja.
En el momento en que ese estado de enajenación mental desaparece es cuando los miembros de la pareja se conocen y se muestran tal y como son. A partir de ahí, se trata de saber si esos puntos débiles, esos defectos, nos son indiferentes o realmente nos molestan. El error más frecuente y más grave que podemos cometer es tratar de cambiar al otro. Nadie puede (ni debe) hacer que la pareja sea, actúe o piense como nos dé la gana a nosotros. Todos somos libres de tener nuestros valores, creencias y actitudes. Forzar ese cambio siempre provocará un malestar.
¿Cómo ser felices cuando se acaban las perdices?
Realmente no existe una receta mágica para casi nada. Pero hay algunas recomendaciones que nos ayudarán a mantener esa relación viva y ser más felices.
- Huye de hacer/no hacer o decir/no decir para que no se enfade. Actúa mejor para que tu pareja sea feliz porque eso te hace feliz, pero siempre desde la sinceridad y libertad. La dependencia emocional es una grave alteración que implica relaciones patológicas.
- No intentes controlar ni permitas ser controlado/a. La relación más sana es aquella que se mantiene simplemente porque se quiere, no por necesidad o por miedo.
- Fomenta lo positivo en tu relación. Hay que decir también aquello que tu pareja ha dicho o hecho y que te ha gustado.
- Mantén la comunicación. Expresa tus opiniones, tus sentimientos, pero habla en primera persona. “Yo siento que...” “Yo pienso que....”. No pretendas que adivine. Habla y escucha.
- Recuerda que el amor hay que cuidarlo y alimentarlo. Hay que fomentar las caricias, los besos, la intimidad...
- No seas competitivo/a ni pretendas ganar en una discusión. Sois un equipo.
- No seas perfeccionista, no critiques a tu pareja, no le exijas.
- Busca y da apoyo a tu pareja. No olvides que comenzasteis siendo amigos.
- Desarrolla tus otros roles. Además de pareja eres una persona que trabaja, que tiene amigos, familia propia, ocio privado... Cerrar el círculo sólo con tu relación te impide desarrollarte en otras facetas y te limita.
- La terapia de pareja es un proceso que puede ayudaros cuando las cosas no van bien y os cuesta solucionar los problemas. Acudir a un psicólogo cuanto antes os evitará mucho sufrimiento.