Conflictos familiares
AFRONTAR LOS CONFLICTOS FAMILIARES
Los conflictos familiares suelen ser fuente de problemas tanto a nivel individual como, especialmente, a nivel de pareja. Es muy frecuente que en terapia de pareja aparezcan como serias dificultades las relaciones con las familias, tanto la propia como la de la pareja y es necesario aprender a afrontar estos conflictos para evitar que nos afecten más allá de lo razonable.
La mayoría de las veces, entran en juego historias pasadas, conflictos familiares no resueltos, que hacen que, de alguna manera, exista en rencor y el prejuicio hacia determinados miembros de la familia. (“No acudió cuando estuve enferm@”, “No se ocupó de los padres”….)
Aparecen patrones de conducta repetitivos en el pasado, que hacen que cada vez se toleren menos situaciones que, en sí mismas, no serían tan graves, pero que la repetición hace que acaben siéndolo (“siempre se mete en nuestros asuntos”, “siempre está hablando con indirectas de forma negativa”….)
Otras veces, existe la presión del grupo familiar para callar, para tolerar, lo que hace que se acumulen esos sentimientos de rencor y las relaciones acaben siendo falsamente cordiales e incluso, tóxicas. (“no le demos un disgusto al/a la abuelo/a”, “no merece la pena discutir”, “qué trabajo te cuesta ceder”….)
También existen conflictos familiares provocados por problemas de relación de pareja, apareciendo la venganza o la dominación. Por ejemplo, en situaciones de dependencia emocional o de dominio de un miembro de la pareja sobre otro, se intenta manipular a situación para alejar a la pareja de su familia, poniendo todo tipo de trabas a la celebración con la familia política, fomentando la propia.
Razones, no suelen faltar cuando se trata de conflictos en las relaciones, pero lo importante es saber cómo manejarlos.
¿Qué podemos hacer para afrontar los conflictos familiares?
Lo más importante es asumir que es difícil encajar personas diferentes, de ambientes y educación diferentes, que es lo que suele pasar cuando se mezclan familias. No necesariamente hay que estar de acuerdo en todo y, de hecho, hay que aceptar el desacuerdo.
Todos somos educados en nuestras familias con sus valores, sus rutinas y su forma de entender las relaciones. No tiene por qué haber, necesariamente, un modelo “correcto”, y hay que aceptar esas diferencias.
El objetivo nunca debe ser “ganar”, porque en cuestiones familiares, los conflictos nos convierten a todos en perdedores cuando se convierten en una competición.
La empatía es una cualidad imprescindible en las relaciones humanas. Ponernos en el lugar de los demás, nos facilitará entender cómo se sienten. Si para nosotros es importante estar con nuestros padres y hermanos, y estamos dispuestos a tolerar discrepancias, seguro que para nuestra pareja también es importante.
Poner límites desde el principio, suele ser un buen sistema. No esperemos a que pase el tiempo y hablemos, desde la tranquilidad del respeto, acerca de lo que nos molesta para que todos podamos aprender a relacionarnos civilizadamente.
No es sano estar a la defensiva y pendiente de todo cuanto dicen o hacen los demás. Todos cometemos errores y, con frecuencia, se producen errores en la comunicación porque lo que se interpreta no es lo que se pretendió hacer o decir.
No olvidemos hablar en primera persona. No es lo mismo decir “no te has preocupado por cómo estaba cuando estaba enfermo” que “me ha dolido que no me llamaras porque yo esperaba que lo hicieras”. La primera afirmación es más acusatoria y puede ser rebatida y la segunda expresa mis sentimientos y nadie puede discutir cómo me siento.
Finalmente, si consideramos que aún así las relaciones están tan viciadas que no podremos tolerarlas, es mejor evitar ese contacto pero jamás usando el chantaje ni obligando a elegir a la pareja. Simplemente, aceptar que para todos es mejor que nos mantengamos al margen de reuniones familiares, pero facilitando que nuestra pareja siga relacionándose con aquellos a quienes quiere.
Seguro que surgen dudas específicas sobre cómo actuar en un caso concreto ante una suegra dominante, una madre manipuladora, un padre conflictivo, hermanos, cuñados, yernos, nueras…. Sólo tienes que escribir explicándonos tu caso. Estamos para ayudarte.